lunes, 11 de febrero de 2008

No te vayas sin decirme adonde vas!

Miércoles por la noche

Vuelvo de tocar en Arte sin Techo, centro cultural que se encarga de enseñar un oficio a gente de la calle para ayudarlos a modificar su situación.

¿El espectáculo en cuestión? Circulares Porteñas, pequeña obra de teatro que intenta captar la esencia de los porteños, en clave de tango.

La actuación salió extremadamente correcta, todo a tempo, todo afinado, pero a mi me quedó un sabor a vacío. No hubo grandes movimientos de energía ni público conmovido. Nos movimos desde la periferia.

Retorno a casa con todos mis bártulos, amplificador, viola, atril, etc... Me cruzo con un tipo que no conozco en el ascensor, raro a esa horas de la noche.

Jueves por la tarde
Salgo de trabajar, con ganas de trabajar en mi música. Paso por una disquería y compro dos discos de tango en guitarra: uno de Aníbal Arias y otro de Horacio Avilano. El vendedor me recomienda comprar discos de ensambles de guitarra, pero hago caso omiso y sigo camino.

Llego a mi casa decidido a tocar un rato, pero la viola no está más!!!

Desesperado, busco por todos lados pero no aparece. Llamo a la persona que me trajo a la noche, pero la viola no quedó en el auto... Un maldito descuido hizo que me desprendiera de unos de los objetos más cercanos a mí, la guitarra que me acompaña desde hace 8 años.

¿Por qué?
Bien, a esta altura de los acontecimientos, no puedo pensar de que esto sea casualidad. Algo en mi tengo que revisar, que equilibrar.

Llamo a una amiga experta en "brujería", para utilizar una palabra conocida por todo el mundo. Me enseña una técnica para poder localizar el objeto perdido. La realizo, pero en vez de ver el paradero de la guitarra, me vienen a la mente imágenes de ciertos asuntos que debo resolver para que vuelva a aparecer.

1ra Pista
Me fijo en la tarjeta que usé para hablar larga distancia. Viene con una promo... "mandá un mensaje al ········ y recibí un SMS en un celular con una frase relacionada a la palabra o personaje famoso que envíes y ganá fabulosos premios". Jamás participo de estos concursos, pero esta vez hice la prueba.
Mensaje de respuesta: "El placer no está en las cosas, sino en nosotros mismos". Obviamente, no gané fabulosos premios, pero sí algo de insight...

2da pista
Miro la factura de los cd´s que compré antes de darme cuenta de la desaparición: el slogan de la disquería dice "We love music, do you?" El número de factura?? 0008099, el cuál es el número de serie de mi guitarra. Nuevamente, chanes y rrrreeechanes!!!!

3ra pista
Pego un cartel de "guitarra perdida" en el ascensor de mi edificio, para atar camellos. Cuando le comento al encargado del edificio me responde:
"Qué cosa extraña!! la gente del edificio no puede creer que haya desaparecido una guitarra. ¿no se tratará de una desaparición espiritual, que se haya esfumado o algo así?"
Bueno, si bien todavía no creo que esto sea literalmente posible, el significado escondido de la frase sí que me pesa.

Buscando respuestas
En seguida me vino a la memoria una publicación en el sitio de David Wilcock, llamada "The Deeper Secret" (la cual es altamente recomendable si saben leer en Inglés):

http://www.divinecosmos.com/index.php?option=com_content&task=view&id=312&Itemid=70

En este artículo relata un caso MUY similar al mío (busquen la foto de la guitarra). ¿La enseñanza, muy resumida? En teoría, es posible recuperar mi guitarra a través del poder la intención (Carlos Castaneda dixit?), pero antes debo superar las pautas kármicas (patrones de conducta repetitivos no muy sanos, o inercia mental/emocional) que me llevaron a perder la viola y recuperar así mi poder personal o energías (y por qué no, la guitarra!).

Atando cabos sueltos

Una de las cosas que debo reconocer ante este hecho, es que yo mismo no me he estado respetando mucho que digamos como músico antes de esto. Siempre encontraba alguna excusa para postergar la realización de alguna creación, tal como "mi técnica no es la adecuada, no tengo el conocimiento suficiente para tal cosa, etc, etc". En fin, barreras mentales.

Paradójicamente, en los últimos días me he sentido bastante más liviano, ya que la ausencia del objeto en cuestión liberó alguna parte de mi conciencia que estaba atada a ella. Me di cuenta de que la música siempre estuvo en mí, y que puedo hacerla independientemente de las circunstancias externas. Más valioso aún, haciendo un poco de retrospectiva, me dí cuenta de que a lo largo de mi vida siempre he tenido la suerte de tocar con gente increíble y que el tocar juntos nos hizo crecer mucho. Y que la música (arte) sana.

En fin, todavía no tengo mi guitarra, pero mi música está volviendo!

TO BE CONTINUED...