viernes, 17 de septiembre de 2010

Encuentro con hombres notables

Hoy tuve un encuentro con un viejo amigo de la infancia, el camarada tatita, vecino del barrio, de la escuela, de la facultad, del IB y quien sabe de qué otra cosa por venir. Tatita es uno de esos raros hombres con los que puedo hablar de cosas como las que aparecen en este blog sin temor a pasar por insano (similar sensación a la producida en las conversaciones con el camara Morata).

Entre birras y pizzas (no, faso no hay) nos pusimos al día con nuestras vidas - tariuk vive en berlín desde hace unos años y estaba de paso por BA. Bueno, casi. Dejamos nuestras vidas casi para el final. Le pregunté por su doctorado y me contó los rudimentos del trabajo que había hecho con osciladores y el fenómeno de sincronización. En seguida la charla derivó para rumbos inesperados. Me comentó que aunque existiese tan sólo una conexión débil entre dos osciladores, si los mismos trabajan a la misma frecuencia terminarán tarde o temprano oscilando en fase, es decir, acompañándose mutuamente.

Bue... esto así no suena muy interesante... lo que sí me llamó la atención es que según sus estudios, si ponemos muchos osciladores vinculados se pueden dar dos fenómenos extremos según sean las fuerzas de los vínculos: o coherencia total (all together now!) o un caos incoherente (cada uno por su lado).

En seguida se me/nos ocurrió llevarlo al plano social y en especial a la propagación de modas en la sociedad, o formas de pensamiento. Supongamos que una persona X es un oscilador. Estará vinculada más o menos fuertemente con algunos o varios individuos de su sociedad, formando así una red vincular. Si a uno de estos locos se le ocurriese ponerse a "oscilar" de una manera muy singular/marcada, es probable que esto se contagie al resto de sus vínculos o que, por el contrario, fuera fuertemente rechazado. Lo extremadamente singular siempre genera una polarización hacia los extremos (lo amo/lo detesto). Ahora, si consiguiese convencer a otro loco como él de vibrar al unísono, se amplificaría la singularidad inicial, pudiendo en principio generar un efecto de avalancha (pudiendo generar efectos extremadamente benéficos o nefastos según el tipo de influencia, recordemos a Adolfito...)

Ok, pero si esto es así, por qué ocurre con algunas cosas (ej.: películas, libros, Peter Capusotto, etc) y con otras no? (dejo los ejemplos a su criterio).

Después de que nos despedimos me quedé pensando un rato bajo la ducha y llegué a una analogía que tal vez sirva para ilustrar mi punto: los semiconductores. Los semiconductores son materiales que permiten la conducción de una corriente eléctrica sin resistencia alguna, es decir, pueden mantener una corriente circulando sin que se disipe energía en forma de calor. En general estos materiales se vuelven superconductores a muy bajas temperaturas, justamente porque la temperatura es lo que impide que los niveles energéticos de las capas electrónicas se "fusionen" como si se tratara de un sólo átomo. En ese caso, están en perfecta fase.

Una cualidad que me asombró de nuestra conversación fue justamente la extremadamente baja disipación de energía mental. Si hubiera intentado sostener la misma conversación con otra persona, hubiera representado un gran esfuerzo y desgaste. Al contrario, en este caso las ideas se realimentaron sin esfuerzo por un par de horas.

Ahora bien, ¿Cuál es el equivalente de la temperatura en nuestras conciencias? La respuesta es fácil: el nivel de identificación que tengamos con nuestros propios pensamientos, o mejor dicho, ruido mental. Cualquiera que haya intentado meditar sabe lo difícil que es parar la "mente de mono". En seguida comprendí por qué durante la meditación es más fácil llegar a una sensación de unidad con el todo: simplemente después de exhalar durante una hora, la "temperatura" mental baja considerablemente permitiendo, en muchos casos, una "sincronización" con el universo que nos rodea.

Si tan solo nos detuvieramos a exhalar durante unos minutos por día, todos los días, todos al mismo tiempo... quién sabe que pasaría! A lo mejor nos sincronizamos unos con otros, o al menos con la vecinita del 5to C ;)

Hasta la próxima exhalación!