martes, 29 de noviembre de 2011

¡Me importa un huevo!

Domingo caluroso en Rosario. Alrededor de 50 personas meditando (y sudando) en un mismo lugar durante día y medio.


Un amigo trae un nuevo "chiche": un Psyleron (http://www.psyleron.com/). Me cuenta que se trata de un generador de número aleatorios que se enchufa a la PC vía USB y que permite medir la interacción de la mente con la materia, entre otras cosas. Ajá, que interesante. ¿Trae Twitter? 


Después de muchos intentos de encender su notebook para probarlo (él lo atribuía a la "personalidad" de la pc, yo a su origen nacional), pudimos hacerlo andar.


Estos aparatitos conocidos como eggs (huevos) han sido usados por varios años en la universidad de Princeton , y en el proyecto Noosphere ( http://noosphere.princeton.edu/) . Una traducción literal de lo que dice en la página del proyecto:


"Cuando la consciencia humana se vuelve coherente y sincronizada, el comportamiento de los sistemas aleatorios puede cambiar. Los generadores cuánticos de números aleatorios producen secuencias de unos y ceros completamente impredecibles. Pero cuando un evento sincroniza los sentimientos de millones de personas, la red de generadores de números aleatorios muestra una estructura sutil. La probabilidad es menor a uno en un billón de que el efecto sea casualidad." 


En criollo, lo que sucede es que la intención de un sólo individuo puede alterar significativamente la secuencia de números distribuidos al azar. Si uno tira una moneda perfectamente simétrica un millón de veces, uno esperaría que salieran 500000 caras y 500000 cruces, pero en la realidad puede dar distinto debido a que se trata de un proceso aleatorio con una media (500000, o 50%-50%) y una fluctuación relativa que disminuye con la cantidad de pruebas (las veces que tiramos la moneda). La tarea del huevo es "tirar la moneda" por nosotros, repetidas veces, y analizar qué tan probable es que el apartamiento del 50-50% sea por casualidad. 


Ok, lo que este huevo permite medir, entre otras cosas, es la intención de una persona para alterar el resultado en forma voluntaria. Me sorprendió mucho que al concentrarnos (y no demasiado), pudimos alterar el resultado de manera significativa; es decir, con muy baja probabilidad de que los resultados fueran debidos al azar. Me resultaba más fácil aún cuando la intención parecía salir desde el corazón (difícil de explicar con palabras). 


¡Una cosa es leer estas cosas en Internet y otra es probarlo en vivo y en directo!


Y qué pasaba durante Zazen? ¿50 personas meditando pueden cambiar el resultado de manera significativa, aún sin ninguna intención puesta en ello? And the answer is, Yes! Hacia el final hubo un apartamiento importante, similar al que ocurrió después cuando nos sacamos unas fotos grupales, contentos por el final del encuentro. 


O sea, lo que pensamos y sentimos, importa. Tal vez mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. Tal vez sea por eso el deliberado esfuerzo de mantenernos distraídos con boludeces, que debieran importarnos un huevo. Si en cambio construyeramos nuestro futuro de manera más consciente, amorosa y armoniosa, ¿quién sabe cuál es el límite?